lunes, 26 de abril de 2010
SUCEDE
Se trata de una compleja concatenación de sucesos. Pero ocurre.
Todo comienza con una llamada teléfonica, de la que se obtiene fecha y lugar. A esta llamada inicial, seguirán tres más, o en su defecto, se iniciará una cadena de mensajes vía correo electrónico. Conociendo el día y el campo de batalla, se trata pues de reclutar a la tropa. Pero que por la cabeza de nadie pase la idea de que me refiero a un alistamiento mercenario. Ni mucho menos. Los elegidos son la guardia pretoriana, el séquito más fiel y valeroso. Condecorados en intensidad, artificieros de sensaciones.
Habrá entonces una o dos reuniones, para repasar la estrategia y reforzar la moral de la tropa, que se conjurará de madrugada a la espera de la hora H. Entre tanto, radios, diarios y soportes digitales se irán haciendo eco del evento, calentando el ánimo del populacho e invitándolos a una especie de levantamiento civil. La suerte está echada.
Horas previas. Reunido el escuadrón en el espacio donde todo ha de acontecer, ponen a punto sus armas solventando imprevistos que puedan dar al traste con la misión. Con la certeza de que todo está a punto, se retiran a intendencia para realizar un aprovisionamiento rápido. No es cuestión de desfallecer en mitad de la contienda.
Y sucede, con toda la magia y el brillo de los momentos que saben a primera vez, aunque sea la enésima. Cuatro chasquidos de madera y declara la guerra un Mi mayor, esparciendo su metralla por la sala. La insurrección popular se va fraguando y de sus gargantas arrancan los primeros disparos, que alternando con palmas y acompasados movimientos corporales, harán sentir a los de arriba que no están solos en esto. Ni mucho menos.
Durante una hora y media o tal vez más, se libra una feroz batalla por sacarle brillo a la noche, por hacer de las horas un pasadizo a lo ingrávido. Variará el compás haciendo sentir el vaivén del oleaje hasta desembarcar en orillas paradisíacas, libres de lo innecesario, conectado cada cual con su raíz. Y cuando el apático y miedoso enemigo se arrodille suplicando clemencia, asestaremos el golpe final, alentados por el clamor generalizado de cuantos se han unido a la causa.
Así sucede, señoras y señores. Muchas batallas simultáneas tienen lugar en diferentes escenarios cada noche, y numerosos son los valientes que se suman a estas revueltas, con la esperanza de someter durante un par de horas a los fantasmas que amenazan día a día con tildar de mediocre el fenómeno único de la existencia. En mi caso, al menos, ésta es la dimensión que cobra cada actuación. Y tengan por seguro que sentirse escoltado ante tamaña empresa por quienes hacen suya la bandera de tus creaciones, no es privilegio que deba ser pasado por alto.
Y es que, para rescatar la magia, un servidor lo tiene claro: me encomiendo a los Agentes de la Dinámica.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Por aquí uno se alegra de que te esté yendo de puta madre y que sigas sacando brillo a noches de feroces batallas escénicas ;)
ResponderEliminarUn abrazo!
Upfff.. q gran sensacion q describes... ojala pudiera escoltarte a ti y a esos agentes de la dinamica tan a menudo como quisiera!!! pero es q los tengo bien lejos y seguro q cuando cruzen el charco solo vendra una parte... q sin duda es una muy buena parte ;)
ResponderEliminartengo ganas de escucharlos, de vivirlos... te mando un super besote transoceanico!!!
Y sucede, con toda la magia y el brillo de los momentos que saben a primera vez, aunque sea la enésima.
ResponderEliminarPor eso hay quien vuelve y revuelve y no se cansa de volver a estar en los conciertos en que se transparenta, se contagia y se disfruta la enésima, como la primera...
Quienes no sabemos cantar, sentimos con las palmas de las manos...
Un abrazo!
Congratulándome de poder ser uno de los valientes que se suma a vuestra revuelta y que consigue, puedo asegurarlo, someter durante un par de horas a los fantasmas, ya no de lo mediocre de cada día ... sino de la tristeza que a veces tanto pesa ...
ResponderEliminarEsperando seguir siendo por mucho tiempo escolta y bandera ...
Un Abrazo.
Merche (LMdC)