Respiro hondo, veo realmente el paisaje desde el tren o la carretera. Se esfuma el abrazo asfixiante sobre estómago y garganta. De pronto, todos los viajes son de ida y la soledad, una habitación más pequeña pero con ventanas y ausente de eco.
Meses de mirarse, sólo viéndome a r

... y desde el público pedía coplas a su antojo, de las que hacía mucho que no tocaba. Y fueron las mejores. ¿Por qué no las tocaba entonces? ¿Importa acaso? Importa tan poco como el dinero, los relojes y las rejas en las ventanas. ¡Hay tanto que vale nada! Sin embargo, esta embriaguez sorda y gráfica, este brazo ejecutor de trazos, es a la vez el faro y la brújula, la cuerda y la polea del pozo, el medio y el fin...
Así que decido escribir sin parar, crear. Lo haré para horadar mi pecho y revelar sus NEGATIVOS LATENTES, para excavar la tierra y dejar al aire sus raíces; escribir para hacer en vez de intentar: pintar, diseñar, proyectar... Para cambiar cosas, pero no sólo de sitio.
PD: Y la foto, como suele ser habitual, de mi poeta preferido: Juanan Requena.